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Leucemia felina: qué es y cómo se transmite

leucemia en gatos

El virus de la leucemia felina (FeLV) es un retrovirus que incide significativamente en la población felina global, afectando tanto a gatos domésticos como a otras especies de felinos silvestres, entre ellos el lince. Este patógeno se caracteriza por un núcleo de ARN de cadena simple que, una vez dentro de las células del huésped, se integra en su ADN, transformándose en un elemento denominado provirus. Este provirus es el responsable de replicarse y multiplicarse dentro de la célula, desencadenando la infección.

Los retrovirus como el FeLV se clasifican en endógenos, aquellos cuyas secuencias de ADN ya forman parte de la genética del gato, y exógenos, que provienen del exterior y pueden causar enfermedad. Los retrovirus endógenos son resultado de infecciones en ancestros comunes y en muchos casos han mutado a una forma que les impide replicarse. Sin embargo, la interacción entre retrovirus endógenos y exógenos puede generar nuevas formas del virus capaces de causar enfermedad. De los subtipos virales identificados (A, B, C, y T), el subtipo A es el más prevalente en los casos de gatos con viremia.

Transmisión del FeLV entre gatos

La transmisión del FeLV requiere de un contacto cercano entre gatos, normalmente a través de la saliva y otras secreciones como las nasales, oculares, y la orina. Este contagio puede darse en situaciones cotidianas como el compartir comida o agua, el acicalamiento mutuo, o a través de mordeduras. Hay otras vías de contagio menos comunes, como la transmisión vertical de madres a crías a través de la placenta o la leche, y potencialmente a través de vectores como las pulgas.

Debido a la fragilidad del virus en el ambiente, su supervivencia fuera del huésped es limitada, lo que minimiza el riesgo de transmisión indirecta y elimina la necesidad de cuarentena para nuevos gatos en un hogar previamente habitado por un gato con FeLV.

Respuesta Inmunitaria y fases de la infección por FeLV

La infección por FeLV puede manifestarse de diferentes maneras según la respuesta inmunitaria del gato:

Gatos inmunocompetentes: estos gatos pueden resistir la infección de manera efectiva, limitando la diseminación del virus y mostrando síntomas menores, si es que presentan alguno.

Gatos no inmunocompetentes: en estos casos la respuesta inmune es insuficiente, dando lugar a una viremia primaria. Esta puede ser:

  • Leucemia transitoria: esta fase dura aproximadamente 3 semanas, durante la cual el gato es contagioso pero puede eliminar la infección. Aunque superar esta etapa ofrece cierta protección, se recomienda la vacunación anual para fortalecer la inmunidad.
  • Leucemia persistente: aquí la viremia se extiende más allá de las 3 semanas sin que el gato logre eliminar el virus, lo que resulta en una diseminación a través de la sangre y los tejidos y un alto riesgo de contagio. Estos casos, que representan alrededor del 30% de las infecciones por FeLV, suelen tener un pronóstico reservado.
  • Portador latente: en esta fase el virus se elimina de la sangre pero persiste en la médula ósea en estado latente, pudiendo reactivarse ante una disminución de las defensas del gato, situaciones de estrés, o el uso de ciertos medicamentos.

La comprensión de estas dinámicas es fundamental para abordar y manejar el FeLV, una condición que, aunque compleja, puede ser gestionada con el conocimiento y los tratamientos adecuados para garantizar la salud y el bienestar de los gatos afectados.

Síntomas de la leucemia en gatos

La leucemia felina presenta un reto tanto para los propietarios de gatos como para los veterinarios debido a su complejidad y variedad de manifestaciones clínicas. Este virus puede provocar desde síntomas leves e inespecíficos hasta condiciones médicas graves, dependiendo de la respuesta inmunitaria del felino y la carga viral.

Síntomas iniciales y avanzados de la leucemia felina

Los primeros indicios de infección por el virus de la leucemia felina suelen ser vagos, incluyendo fiebre, letargo o disminución del apetito. A medida que la enfermedad avanza, los gatos pueden experimentar síntomas más graves como dificultades respiratorias, palidez en las mucosas debido a la anemia, incremento en el consumo de agua, consumo de arena y picazón facial. Reconocer estos signos es importante para una intervención temprana.

La leucemia felina puede conducir al desarrollo de tumores, especialmente linfomas, en aproximadamente un 20% de los gatos infectados. El virus puede desencadenar un síndrome de inmunodeficiencia, suprimiendo la función inmunitaria y exponiendo al gato a una gama más amplia de enfermedades secundarias, como infecciones respiratorias, infecciones de la piel, de la boca, conjuntivitis, anemias y problemas urinarios.

Diagnóstico de la leucemia felina

Para diagnosticar la leucemia felina, se utilizan pruebas de detección como los tests rápidos ELISA, que identifican antígenos del virus en la sangre del gato. Estas pruebas ofrecen resultados rápidos y son altamente sensibles y específicas. En casos donde el diagnóstico no es concluyente, se puede recurrir a la PCR, que aunque más detallada, requiere más tiempo para obtener resultados.

Prevención y vacunación

La prevención de la leucemia felina comienza con la realización de un test rápido, especialmente si se sospecha que el animal ha estado expuesto al virus. Es recomendable esperar el periodo de incubación del virus (30-60 días) antes de realizar el test para evitar falsos negativos. Si el resultado es negativo, se procede a la vacunación para prevenir la infección.

Las vacunas actuales contra la leucemia felina son recombinantes, diseñadas para inducir inmunidad sin el riesgo de causar la enfermedad. Contienen una cepa de virus vivo recombinante que expresa genes del subtipo FeLV-A, el único subtipo naturalmente infeccioso. Aunque la vacunación no ofrece una protección del 100%, incrementa significativamente la inmunidad del gato y reduce el riesgo de que el virus se establezca y cause enfermedad.

Es importante recordar que incluso los gatos vacunados pueden convertirse en portadores latentes del virus, aunque las vacunas reducen significativamente la posibilidad de padecerla y los síntomas asociados. La elección de vacunar y el esquema de vacunación dependerán del estado general del gato y deberán ser determinados por el veterinario.

Aunque la leucemia felina representa una seria amenaza para la salud de los gatos, un enfoque que incluya la detección temprana, la vacunación adecuada y el tratamiento de los síntomas puede mejorar significativamente la calidad de vida de los gatos afectados y ayudar a controlar la propagación de esta enfermedad.