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Anemia felina: qué es y qué la causa

anemia felina

La anemia felina se manifiesta cuando hay una disminución en la cantidad de glóbulos rojos presentes en la sangre del gato. Estas células tienen la función de transportar el oxígeno a todo el organismo. Este trastorno es relativamente frecuente en gatos y es importante identificarlo en etapa temprana para iniciar el tratamiento adecuado y evitar su evolución a condiciones más graves.

La anemia puede surgir debido a una pérdida significativa de sangre, la destrucción de glóbulos rojos en el organismo o un fallo en la capacidad del cuerpo para generar nuevos glóbulos rojos.

Como ocurre en las personas, la anemia en gatos puede originarse por múltiples causas, y el abordaje terapéutico estará determinado por la causa que lo produce. Las implicaciones de esta enfermedad pueden oscilar desde leves a severas, pudiendo ser letal en situaciones extremas. Por eso, es fundamental tomarse el diagnóstico muy en serio y empezar el tratamiento de inmediato.

¿Qué es la anemia felina?

Se denomina anemia felina a la reducción en el número de glóbulos rojos en la circulación sanguínea. Los glóbulos rojos son esenciales para el traslado de oxígeno hacia los tejidos. Mantener una adecuada oxigenación en los órganos es fundamental para la salud, y si esta se ve comprometida por anemia, los daños pueden ser significativos.

Identificación de los síntomas

Los síntomas iniciales de anemia en gatos incluyen fatiga, debilidad, falta de interés por actividades físicas y un incremento del sueño. Esta disminución en la energía y el deseo de jugar son señales de que el gato podría estar sufriendo anemia.

Otros síntomas más específicos de anemia incluyen:

  • Disminución del apetito: es importante monitorizar las rutinas de alimentación y consumo de agua del gato. La anemia puede manifestarse como una reducción en el apetito, un aumento en la ingesta de agua o una pérdida de peso sin explicación.
  • Cambios en el uso de la caja de arena: un incremento en la ingesta de agua o cambios en el color de la orina a rojo, o un cambio en el color normal de las heces a tonos amarillo-anaranjados, pueden ser señales de anemia.
  • Coloración de las membranas mucosas: en un gato sano, las membranas mucosas son de color rosa intenso. Si se muestran pálidas o casi blancas, puede ser un signo de anemia.
  • Ictericia: una coloración amarillenta en la piel, las membranas mucosas o los ojos puede indicar la presencia de anemia.
  • Patrón de respiración: los gatos con anemia pueden mostrar una respiración más acelerada en un intento de aumentar la oxigenación.

Uno o varios de estos síntomas pueden ser la manifestación de enfermedades que derivan en anemia u otros trastornos. Ante la sospecha de que el gato sufra anemia, es recomendable consultar de inmediato con el veterinario.

Clasificación de la anemia felina

Existen dos categorías principales de anemia en gatos, diferenciadas por las respuestas del organismo ante la disminución de glóbulos rojos:

Anemias regenerativas

Ocurren cuando hay una disminución en el número de glóbulos rojos y la médula ósea intensifica su actividad para compensar esta pérdida, liberando al torrente sanguíneo glóbulos rojos jóvenes antes de que alcancen su madurez completa. Si la causa es una pérdida aguda de sangre, la anemia se torna regenerativa a los 3-4 días, augurando una posible recuperación. En casos de hemólisis, o destrucción de células sanguíneas, si la anemia es regenerativa, esto puede ser un indicador positivo, aunque el gato requerirá asistencia veterinaria. La hemólisis puede ser autoinmune o provocada por agentes tóxicos (alimentos, medicamentos, etc.). Las anemias hemolíticas autoinmunes tienden a ser regenerativas.

Anemias no regenerativas

Este tipo de anemia se presenta cuando el gato padece de una enfermedad crónica que impide a la médula ósea generar nuevos glóbulos rojos, ya sea por incapacidad propia o por falta de estímulos (como la eritropoyetina). Identificar y tratar la enfermedad es crucial en estos casos.

Causas de anemia en gatos

La anemia no se contagia directamente, pero puede ser el resultado de enfermedades infecciosas transmisibles entre gatos a través de peleas, mordidas o el uso compartido de utensilios para comer y beber.

Entre las causas comunes se encuentran:

Traumatismos severos: los golpes fuertes o accidentes pueden causar hemorragias internas o externas, derivando en anemia. Requieren atención urgente.

Infestaciones de parásitos: pulgas y garrapatas extraen sangre en grandes cantidades, lo que puede desencadenar anemia. El tratamiento antiparasitario es simple y efectivo. Sin embargo, en casos de infestación severa, se aconseja acudir a consulta veterinaria.

Medicación: algunos fármacos pueden tener efectos secundarios que producen anemia. Debes informar al veterinario sobre cualquier medicamento o suplemento que el gato esté tomando.

Enfermedades virales: virus como el de la leucemia felina (FeLV) y el de la inmunodeficiencia felina (FIV) pueden causar anemia. Ambos son contagiosos y se recomienda precaución si se convive con más de un gato.

Otras causas: deficiencia de hierro, cáncer (leucemia felina), peritonitis y fallos renales también pueden provocar anemia.

Anemia y leucemia felina

Los retrovirus FeLV y FIV son causantes de síndromes de inmunodeficiencia, incluida la anemia. El FeLV se transmite principalmente a través del contacto cercano con saliva de gatos infectados, mientras que el FIV se propaga principalmente por mordeduras.

La edad promedio de infección varía entre 3 y 10 años, y la enfermedad puede progresar a un estado de inmunodeficiencia crónica. Los gatos con FeLV persistente tienen una expectativa de vida reducida, estimada en 2-3 años tras el diagnóstico.

Prevención y tratamiento de la anemia felina

La anemia puede afectar a cualquier gato, independientemente de su raza, ya que se origina por factores comunes como patologías subyacentes o lesiones accidentales. Tomar ciertas medidas puede ser crucial para prevenir esta condición en el gato:

Visitas regulares al veterinario: los chequeos son clave para la detección y tratamiento de cualquier enfermedad que pudiera desencadenar anemia.

Nutrición equilibrada y actividad física: proporcionar una dieta equilibrada y promover el ejercicio a través de juegos contribuyen significativamente al bienestar general del gato.

Higiene del entorno: es fundamental mantener limpios los espacios que el gato frecuenta, como su cama, comederos, arenero, juguetes y utensilios de aseo. Dado que los gatos son particularmente meticulosos con el agua que beben, asegúrate de que tenga siempre agua fresca y limpia.

Limitar el contacto con otros gatos: minimizar el contacto con gatos desconocidos y consultar al veterinario sobre vacunas recomendadas puede reducir el riesgo de transmisión de enfermedades infecciosas.

Vacunación contra retrovirus: es vital para prevenir enfermedades que puedan provocar anemia.

Atención a los cambios de comportamiento: ante cualquier alteración en el comportamiento habitual de tu gato, no dudes en consultar al veterinario.

El tratamiento específico de la anemia del gato dependerá fundamentalmente de su causa. Una evaluación detallada, incluyendo un historial clínico completo y pruebas diagnósticas como análisis de sangre, es indispensable para identificar la presencia de anemia y determinar su origen.

Anemia no regenerativa

Para este tipo de anemia, los tratamientos se clasifican en sintomáticos y específicos. En casos de anemia no regenerativa asociada a enfermedad renal crónica (ERC), las opciones terapéuticas incluyen:

Transfusiones de sangre: para casos críticos, con el fin de aumentar rápidamente el número de glóbulos rojos.

Terapia de hierro complementaria: para abordar la deficiencia de hierro que podría estar contribuyendo a la anemia.

Suplementación de eritropoyetina: mediante medicamentos que estimulan la producción de esta hormona en el riñón, fomentando así la generación de más glóbulos rojos por la médula ósea.

El pronóstico final para un gato con anemia dependerá de la enfermedad que la esté provocando.

Ante la sospecha de anemia, especialmente si tu gato ha experimentado un trauma severo o muestra síntomas relacionados, es importante buscar atención veterinaria inmediata. La rapidez en la intervención puede ser determinante en la evolución de la enfermedad.